miércoles, 26 de septiembre de 2007

Ojo con lo que pasa en la izquierda

Posteo rápido una nota (del martes) y una columna (del lunes) que avisoran los grandes cambios que vendrán para la izquierda mexicana (espero que no se haga muy pesada la lectura pero es indispensable); en breve, con un poquillo más de tiempo, daré mi lectura de tales hechos, lo prometo; sólo adelanto que estamos frente a un gran pero gran REACOMODO.

A ver de a cómo nos toca! Pero nunca hay que olvidar, mil veces mejor “la unión hace la fuerza” que “divide y vencerás”.

Jesús Ortega se destapa para la dirigencia del PRD

Llama el líder moral de Nueva Izquierda a los gobernantes de extracción perredista a no inmiscuirse ni desviar recursos para apoyar a cualquiera de los candidatos

Jorge Octavio Ochoa
El Universal
Ciudad de México
Martes 25 de septiembre de 2007

21:22 El líder moral de Nueva Izquierda, Jesús Ortega, se destapó formalmente como aspirante a la dirigencia nacional del PRD y llamó a los gobernantes de extracción perredista a “no inmiscuirse” ni desviar recursos para apoyar a cualquiera de los candidatos.

“Los llamados y los discursos a la unidad quedan vacuos, quedan frágiles, cuando los que hacen los discursos levantan las hachas. Si levantan las hachas, no se ayuda al PRD”, sentenció.

Ello, a pregunta expresa sobre la presencia del jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard Casaubond –el sábado pasado- en un acto para la conformación de una nueva megacorriente, Izquierda Unida, a la que asistió Alejandro Encinas como precandidato.

Ortega advirtió: “Yo creo que todos los compañeros dirigentes, pero especialmente los de altas responsabilidades políticas y de gobierno deberían de ser muy sensatos para contribuir a la unidad”.

Todos los gobernadores y funcionarios electos del PRD deben ser extremadamente cuidadosos para contribuir a que el proceso electoral –interno del PRD- se desarrolle con unidad y no alentar enconos, dijo.

“Ser extremadamente cuidadosos para que nadie vaya a utilizar recursos de ninguna naturaleza, de ninguno de los gobiernos para apoyar a cualquiera de los candidatos”, señaló.

“Es mejor para el PRD que los gobernantes no se inmiscuyan de manera directa en el proceso electoral. Deberían jugar un papel de cohesión, en lugar de un papel de confrontación”, agregó.

P.- ¿Es un mal principio, un mal arranque para la contienda la presencia de Ebrard?

R.- Yo creo que no deben utilizarse reuniones de esa naturaleza para enconar. Deberían utilizarse para fijar posiciones, para elaborar propuestas, para hacer campaña en el mejor sentido de la expresión, pero sin alentar la confrontación. En ese sentido hay cosas para las que yo haría un llamado, una recomendación para que se tuviera mucha sensatez para no contribuir a la confrontación y a la desunión, como sucedió lamentablemente con algunas expresiones.

P.- ¿Crees que López Obrador pueda asumir en algún momento una posición como la que asumió Marcelo Ebrard el sábado?

R.- No, no tengo ningún temor. Me siento muy tranquilo. Me siento muy seguro. Voy a participar en una contienda y voy a contribuir a que esa contienda se desarrolle adecuadamente. No tengo ningún temor. Tengo alguna preocupación de que expresiones como la del sábado, en lugar de contribuir a la unidad del partido para todos ir contra la derecha, alienten el encono interno.

P.- ¿Te preocupa la conformación de Izquierda Unida?

R.- No, no me preocupa la conformación de un frente. Me preocupa que cualquier corriente, cualquier grupo o cualquier compañero militante en lugar de utilizar razones y en lugar de entrar a un debate democrático, recurra al expediente fácil pero muy dañino de las descalificaciones, de los ataques. Se dice en el discurso que el enemigo es la derecha, pero la escopeta la voltean hacia el estómago.

Se dice que se pasa mucho tiempo en el PRD viéndose el ombligo y ellos, algunos son los primeros que se ven el ombligo y se enderezan posiciones que no contribuyen precisamente a superar esta dinámica interna en la que se encuentra el PRD. En lugar de disparar, para utilizar esta expresión, de enfocar la lucha hacia los verdaderos enemigos que yo coincido que son la derecha y Calderón, se dispara a sí mismo, es decir hacia el partido.

Itinerario Político - Ricardo Alemán
Alternativa: La traición

24 de septiembre de 2007

El Universal

Alberto Begné busca arrebatarle a Patricia Mercado un partido político que se cotiza en 300 millones de pesos anuales

De un momento a otro estallará de manera pública la mayor crisis que haya conocido el partido Alternativa Socialdemócrata, esa minúscula fuerza política que a pesar de su carácter marginal —y a la luz de la nueva legislación electoral— podría ser uno de los últimos partidos con registro en las décadas por venir.

Fundado hace pocos años a partir de una poco convencional identidad de intereses que ligó a sectores feministas, expresiones cercanas a la socialdemocracia y grupos campesinos, el Partido Alternativa enfrenta ahora —luego de un reciente choque que dejó fuera al ala campesina que presidía Ignacio Iris— a sus dos principales liderazgos: la ex candidata presidencial, Patricia Mercado, y al presidente del partido, Alberto Begné.

El origen del enfrentamiento entre Mercado y Begné tiene la misma genética que caracteriza a todos los partidos mexicanos y a la política en general.

La traición, ambiciones desmedidas de poder, trapecismo político y desviaciones ideológicas y, por si fuera poco, el infaltable complemento de los manejos turbios de las jugosas prerrogativas que salen de la tributación de todos los mexicanos. Por eso resulta previsible que en las próximas horas —si no es que hoy mismo— la ex candidata presidencial Patricia Mercado haga público un reclamo para que la dirigencia de Alternativa informe de manera transparente el manejo de los dineros públicos que recibe.

Pero esa, la de la transparencia en el uso y administración de las prerrogativas, es sólo una cara —acaso la más llamativa— de una virtual guerra política que se vive en el interior de ese pequeño partido, donde el dirigente actual, Alberto Begné, ha iniciado una suerte de “purga” de liderazgos afines a Patricia Mercado, con la presunta intención de arrebatarle a su fundadora un partido político que —en ese grosero mercado de valores del campo político electoral mexicano— se cotiza en por ahí de los 300 millones de pesos anuales. Lucha de poder político y… de dinero.

Poca cosa si se le compara con los miles de millones de pesos en que se cotizan los tres grandes —PAN, PRD y PRI—, pero cantidad que bien vale una guerra de traiciones, ambiciones desmedidas y opacidad en el gasto. Pero acaso lo más interesante de esa batalla es que tanto Patricia Mercado como Alberto Begné saben que tienen en sus manos uno de los últimos partidos políticos que pudieran mantener su registro frente a la nueva legislación electoral, con la ventaja de un futuro insospechado, ya que la tendencia de centro-izquierda de la socialdemocracia mexicana parece llamada a mejores espacios políticos en los años por venir.

En el fondo, la crisis que vive Alternativa no es otra cosa que un nuevo capítulo de la guerra que vivió ese partido desde su fundación y que entonces convirtió en aliados a Patricia Mercado y Alberto Begné, contra los afanes de control que pretendía el líder campesino, Ignacio Iris —corriente política a la que en realidad sólo usaron para engordar las asambleas que validaron frente a la autoridad electoral la presencia nacional del partido— al que terminaron por derrotar.

Así, una vez alcanzado su registro como partido político, y frente a la elección presidencial de julio de 2006 —que serviría para ratificar su presencia electoral y la confirmación de su registro— Patricia Mercado, que fue el motor fundacional y la primera dirigente del partido, se propuso ser la candidata presidencial de Alternativa, con el argumento de que sería más viable ratificar el registro del partido con una candidatura propia que por la vía de la alianza. Pero había un pequeño inconveniente: que el candidato al más importante puesto de elección popular no podía ser, al mismo tiempo, el presidente del partido.

Debía encomendar la dirigencia del partido a uno de sus leales —no necesariamente a uno de su propio grupo— y decidió que el candidato idóneo sería Alberto Begné, con quien se había aliado para combatir al ala campesina de Ignacio Iris.

De manera cándida, y como si no hubiese consultado a nadie sobre la hoja de servicios del señor Begné, la señora Mercado entregó el partido y los espacios de poder interno más importantes —incluidas las finanzas y un instrumento preciado y equilibrador como la cartera de ética— para caminar por el país en busca del voto de un sector de la llamada izquierda mexicana, en la elección federal de julio de 2006.

A pocos les importó un partido marginal como Alternativa y menos una candidata como Patricia Mercado. Pero luego del 2 de julio, de las guerras entre PAN y PRD, y del estrecho margen de votos que le valió el triunfo a Felipe Calderón sobre Andrés Manuel López Obrador, algunos se dieron cuenta del error que habían cometido, y del valor de un partido marginal como Alternativa, que no sólo ratificó su registro, sino que se metió al Congreso y sembró en importantes regiones del país la semilla de la socialdemocracia. Bueno, no faltaron quienes acusaron a Patricia Mercado de “traición” por negarse a una alianza con el PRD, por creer en un proyecto propio y pensar con cabeza propia. Sí, es probable que con los votos de Alternativa, otro sería el huésped de Los Pinos.

Luego se gestó el segundo capítulo de la crisis de Alternativa. El señor Alberto Begné pretendió alinearse al naciente gobierno de Calderón —mientras la señora Mercado reclamaba la independencia del partido— y hasta propuso una alianza con el PAN en Yucatán. Luego Alberto Begné se alió con el PRI de Fidel Herrera, intentona de la cual salió severamente cuestionado. Más adelante estableció alianzas con el PRI de Manlio Fabio Beltrones y con el PRD de Jesús Ortega. Pero no fue todo, inició una purga de los liderazgos afines a Patricia Mercado, se negó a establecer un acuerdo de “transparencia con el IFE” —mediante un engaño deliberado al resto de los dirigentes del partido— y por último, recientemente, habría establecido acuerdos con el Cisen, para que “vigilaran” a Patricia Mercado. ¿Por qué?

Bajo el argumento falaz de que la “fundamentalista” Patricia Mercado se alió a lo más radical del PRD. Señalamiento falso, ya que la señora Mercado se negó a ser parte del Frente Amplio Progresista. La crisis de Alternativa apenas empieza, y puede terminar mal. Al tiempo.

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